Odile Hoffmann y Adriana Naveda
Imaginar un libro de fotografías sobre poblaciones negras en América Latina no es, pues, un simple ejercicio estético o académico. Implica asumir ciertas posturas frente y con las personas fotografiadas, aclarar con ellas los objetivos y las condiciones de las fotografías, sus destinos.
En México, estas imágenes son el fruto del encuentro de Manuel González con un pueblo del estado de Veracruz, Coyolillo. El fotógrafo multiplicó estancias y visitas, construyendo poco a poco relaciones de confianza y respeto con sus habitantes, unos descendientes de pobladores negros llegados a estas tierras desde la Florida(1) en el siglo XVIII, otros descendientes de los esclavos(2) africanos traídos durante los siglos XVI y XVII a trabajar en las haciendas azucareras pertenecientes al pueblo de Xalapa, principalmente en los ingenios de Nuestra Señora del Rosario, Almolonga. En los asentamientos, los nexos de parentesco y compadrazgo entre indios, negros y blancos dieron forma a estos pueblos a los que ahora hemos denominado “pueblos de afromestizos”.
En Colombia el camino fue distinto. Las fotos cubren una amplia región de ríos y vegas, en el suroccidente del país, y se realizaron después de establecer acuerdos formales o informales entre el fotógrafo y algunas organizaciones negras que reivindican el control de la producción cultural y científica de sus regiones. Después, en los viajes en canoa o chiva —esos autobuses típicos del paisaje rural colombiano—, entre pescadores y campesinos, es de nuevo la relación original y fundamental entre fotógrafo y fotografiado la que permite —o no— reflejar el instante de la comunión entre ambos personajes.
Fragmento publicado en Luces de raíz negra,
de Manuel González de la Parra (Universidad Veracruzana, 2004).
Manuel González de la Parra dedicó gran parte de su obra a documentar las comunidades afrodescendientes del estado mexicano de Veracruz y de las costas colombianas. Publicó Xico, una sierra y su gente (IVEC, 1982), como resultado de su primer ensayo fotográfico realizado junto a la geógrafa Odile Hoffman. En 1989 emprendió un proyecto de largo aliento al que títuló Coyolillo, un pueblo afromestizo. A partir de este trabajo y del realizado en Tumaco, Colombia, publicó Luces de raíz negra en 2001, un retrato sobre la herencia africana de estas dos regiones. Incursionó en el cine como fotógrafo de fijas para las cintas El coronel no tiene quien le escriba (1999) y Otila Rauda (2001). Fue director del Instituto de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, desde 2006 hasta el momento de su muerte.
1. Se sabe que la comunidad afrodescendiente que llegó a México desde Florida, EE.UU., se asentó principalmente en el estado de Coahuila, al norte del país.
2. En este texto como en otros incluidos en esta publicación, el término correcto para referirse a una persona que es privada de su libertad para su venta, traslado y explotación, es “esclavizado”.
Proyecto comisionado para Africamericanos
Coyolillo es una comunidad afromestiza en el sur de México que posee una historia de libertad inspiradora. Sus primeros pobladores fueron los negros esclavizados que desde África desembarcaron en el municipio de Actopan, Veracruz, donde comenzaron a trabajar en las plantaciones de las haciendas azucareras de la región.
Entre los relatos que se cuentan, se dice que el patrón de la hacienda San Miguel de Almolonga le daba a sus trabajadores esclavizados sólo un día de libertad al año, que estos convertían en una gran fiesta. Para esta celebración, actualmente los personajes principales, llamados “disfrazados” o “negros”, se transforman en seres que realizan actos de deseo y amor, incluso travesuras. Detrás de las máscaras de toro, que portan, talladas en madera se encuentra la identidad afromexicana que ha permanecido oculta durante siglos y que ha sido resguardada por la gente de este pueblo asentado en el valle de Mozambique en Veracruz.
El trabajo de Koral Carballo se expande desde el periodismo, las artes visuales y la fotografía documental, desde donde explora narrativas vinculadas a la identidad, la violencia y el territorio. Obtuvo el premio Moving Walls 25 Open Society 2018, la beca Adelante Grantee & Fellow Women’s Media Foundation, en dos ocasiones (2018, 2017), y la beca Leica Loan Program con LFI Fotografie International 2017. Fue nominada para el Berlin Talent Award 2019 y el Joop Swart Masterclass 2018 de World Press Photo. Su trabajo como periodista ha sido publicado en Le Monde, El País, The Washington Post y El Universal. Es fundadora de MIRAR DISTINTO, festival de fotografía documental y periodística creado, en 2014, en Veracruz. Actualmente forma parte del colectivo Trasluz y de Women Photograph.