La serie Piel negra viene de mis tiempos de estudiante,
cuando frecuentaba talleres con modelos en vivo. Atenta a la anatomía,
a los movimientos del cuerpo y a la iluminación. El cuerpo humano
fue mi puerta a la pintura pero acabó por llevarme a la fotografía.
Maureen Bisilliat
Realizado hace casi 50 años, Piel negra fue el primer ensayo fotográfico de Maureen Bisilliat, artista inglesa, naturalizada brasileña, que hasta entonces se había dedicado sólo a la pintura. Fue exhibido en el Museo de Arte Moderno de São Paulo en 1966, época en que fotografiar desnudos de modelos negras era una novedad. Con este ensayo, Bisilliat marca una importante transición en su obra, en la que empieza una nueva exploración con el cuerpo humano y abandona la pintura definitivamente. Sus ensayos fotográficos concebidos y editados con fuertes secuencias visuales, sintetizan su visión sobre el universo de lo real y de lo imaginario, conformando aquello que ella misma denomina como equivalencias fotográficas de las obras literarias que dan norte a sus proyectos.
Con potentes secuencias visuales, Maureen Bisilliat ha documentado la cultura brasileña, misma que adoptó en 1957. Sus registros son testimonio de los rituales de los indios Xingú y de las recolectoras de cangrejos, así como de la belleza anatómica de los negros. Se inició como fotoperiodista de las revistas Quatro Rodas y Realidade (1964-1972), luego de abandonar la pintura como medio de expresión. De su ensayo João Guimarães Rosa publicó su primer libro en 1966, con textos del novelista. A partir de entonces creó equivalencias fotográficas con la obra literaria de autores brasileños. Como editora realizó el célebre Xingu: Detalhes de uma Cultura (1978). En 2010 fue distinguida con la Orden de Ipiranga en Brasil. Su obra completa se aloja en el archivo del Instituto Moreira Salles desde 2003.
Buena presencia es una serie creada a partir de los carteles impresos en la época de esclavitud en Brasil, en los que se advertía cuando un esclavo había huido. En ellos se incluía una descripción del esclavizado bajo el título de “Buena presencia”.
Comparo estos textos con las ofertas de empleo publicadas en los clasificados de periódicos contemporáneos que hasta hace poco usaban esta frase, con el fin de reflexionar sobre sus significados y alcances. Paradójicamente en muchos de los anuncios se discrimina a un individuo por ser negro, pues al solicitar a trabajadores con “buena presencia”, se está convocando a personas caucásicas.
Cartas al mar es una serie que desarrollé lo largo de un año, durante 2016, a partir de textos relacionados con el muelle de Valongo en Río de Janeiro. Fui reuniendo testimonios de habitantes y comerciantes en mis visitas a la zona portuaria de esta región. La investigación dio como resultado una serie de doce imágenes producidas con distintas técnicas: emulsión fotográfica sobre papel de algodón y película Kodalith con pintura acrílica.
Se sabe que a los puertos de Río de Janeiro llegó el 60% de los esclavizados que fueron traídos a América desde África. El muelle de Valongo fue creado específicamente para este propósito: recibió oleadas de hombres y mujeres esclavizados. Si bien, éste fue un puerto de desembarque, también fue una suerte de campo santo para aquellos que al llegar estaban muertos o muy enfermos, debido al complicado viaje que emprendieron para cruzar el Atlántico, en los compartimentos de las embarcaciones de esclavizados.
Este proyecto intenta recuperar una parte de esa memoria para futuras generaciones y reflexionar también sobre la resistencia. Su tratamiento en el cuarto oscuro, así como los sellos postales y textos que se incorporaron en la postproducción de las imágenes refieren a una cuestión de tiempo, historia y documento. Es el caso de las cartas lanzadas por la borda, con la esperanza de que generaciones más jóvenes las encuentren. Las imágenes que integran Cartas al mar se construyeron a partir de autorretratos, archivos fotográficos de amigos y familia.
Eustáquio Neves
Químico industrial de formación, Eustaquio Neves comenzó a experimentar y desarrollar técnicas alternativas multidisciplinarias, manipulando negativos e impresiones. Más tarde, en 2006, incursionó en medios electrónicos, centrándose en la experimentación con la secuencia y el video. Desde una perspectiva crítica y social, ha abordado temáticas relacionadas con la memoria y la identidad de la cultura afrodescendiente en Brasil. Entre los reconocimientos que ha obtenido destacan el Gran Premio J.P. Morgan de Fotografía 1999, el Premio Nacional de Fotografía 1997 y el Premio FUNARTE Marc Ferrez de Fotografía 1994. En 2005 la editorial Cosac Naif integró a su colección Fotoportátil un volumen dedicado a su obra.
